domingo, 20 de septiembre de 2020

Pero a tu lado





Hoy, 20 de septiembre, debería ser un día de fiesta. Deberíamos estar celebrando un año más el comienzo de nuestra querida Feria, la fiesta grande de Munera, y en su lugar, transcurre este domingo como si fuera un día cualquiera, (aunque desde luego, no como un año cualquiera, porque este 2020 se ha empeñado en poner patas arriba nuestro mundo), y aquí andamos, lidiando con un virus que no da tregua, y que se empeña en hacernos la vida un poco más difícil de lo que ya lo es normalmente.

A esta hora debería estar preparándome para asistir al Pórtico Literario, una cita ineludible que marca desde hace décadas,  el inicio de nuestra Feria. Quizás, me encontraría en este momento batallando con los nervios que nunca consigo evitar cada vez que he de participar en este acto tan bonito y singular. Me estaría componiendo con mis mejores galas, y mirando el reloj a cada minuto, apurando la cuenta atrás para acudir puntual a esa cita tan especial con la poesía y con las letras.

En su lugar, este 20 de septiembre tan inusual, me encuentro en la tranquilidad  de mi hogar, en chandal y zapatillas, sentada frente a una pantalla de ordenador, aspirando a escribir todo este revoltijo de ideas y reflexiones que campan a sus anchas en mi cabeza. Procuro escribirlos, poniendo voz a mis pensamientos,  en un vano intento de no sucumbir a la tristeza, aunque he de reconocer que no es una tarea fácil, pues  todos esos recuerdos felices de ferias pasadas se empeñan en hacerse presentes, hoy más que nunca. 

Hace ya unos cuantos años escribí un texto para el Pórtico Literario que titulé Ya huele a Feria, y en él hablaba de ese dicho que muchos munereños repetimos, casi sin pensar, cuando se acercan estas fechas. Ya huele a Feria... una expresión que contiene mucho más que un aroma concreto, pues abarca un amplio espectro sensorial. Y es que, además de olerse, la Feria se ve, y se oye, se percibe una sensación en el ambiente que no se repite en ninguna otra fiesta del municipio. Por primera vez en mi vida, este año no huele a feria, y he de reconocer que es una sensación descorazonadora. 

Porque hablar de la Feria de Munera es hablar de días interminables de fiesta, de celebración, de júbilo. De reencuentros con familia y amigos, de la llegada de multitud de visitantes que no se quieren perder estos festejos. Es hablar de reunirnos un día sí y otro también en torno a algo tan nuestro como es el "vermut en los sitios de costumbre", y alargar la sobremesa en un ambiente distendido. Es hablar de reiterados paseos calle arriba y calle abajo por el recinto ferial, de música y baile, y del irrepetible sonido de la banda de música. Es hablar de esperas interminables para subir a las atracciones, de padres colmados de paciencia, y de hijos que no ven el momento de marcharse a casa.  Es hablar de incontables puestos de turrón, o de navajas, de juguetes... de recorrer sin prisa la calle de los "cacharros",  o de las ruidosas tómbolas o los puestos de tiro que acuden año tras año.

Hablar de la Feria de Munera es hablar de nuestra patrona la Virgen de la Fuente, en cuyo honor se celebra, y de tradiciones tan arraigadas como la renovación del Voto de Villa, la luminaria o el Pórtico Literario. Es hablar de la plaza engalanada con preciosas luces y de calles abarrotadas de gente dispuesta a disfrutar de todo lo que ofrece nuestra fiesta.

Y es también hablar del tan esperado Ecos Extra de Feria, que por cierto, este año cumple la friolera de 75 años. Qué honor haber contribuido de un modo u otro en esta longeva publicación, y qué experiencia tan gratificante y cautivadora bucear entre sus páginas para intentar recapitular su historia en este aniversario con el que se ha querido traer al presente los Ecos del pasado.

Este 2020 nos ha hurtado muchísimas cosas: celebraciones, eventos, reuniones... Y por supuesto, nuestra Feria no iba a ser menos. Su suspensión no nos pilló de susto, ni mucho menos, y la aceptamos con resignación, convencidos de que éste, era un mal menor en esta vorágine de contagios, muertes y enfermedad en la que estamos sumidos desde hace meses. Sin embargo, es inevitable que nos asalten aciagos sentimientos estos días: Tristeza al ver las calles vacías donde tenía que haber algarabía, añoranza de otros tiempos mejores, y pena, una pena infinita por la feria que no se celebrará, por las risas que no serán, por los bailes que no se disfrutarán, por los encuentros que no se producirán... . Y a esa pena también se unen el miedo y la incertidumbre por la situación sanitaria que nos recuerda que seguimos inmersos en una pandemia mundial a la que no debemos subestimar.

Sí, he de admitir que esta tarde de domingo siento tristeza por una feria que nunca será, que no se inaugurará con ningún cohete anunciador, ni con ningún pregón, ni con ningún desfile, pero a pesar de ello, me aferro a la esperanza de que ya habrá en el futuro más ocasiones para festejar estas fechas como lo merecen.

Como me decía mi pequeño gran sabio esta mañana, "no hay motivos para estar triste, estamos juntos", y ante una frase tan lapidaria como cierta, no me queda más que darle toda la razón, guardar para mis adentros toda esta nostalgia que me ronda, y seguir disfrutando de los pequeños placeres de mi modesta vida, porque como dice la canción de Los secretos, la banda sonora que he elegido para este 20 de septiembre: "hoy he soñado en otra vida, en otro mundo, pero a tu lado"...

Aunque en estos tiempos raros que nos ha tocado vivir no siempre sea fácil, hemos de seguir soñando en otra vida, seguir mirando con optimismo hacia delante. Todavía nos quedan muchos motivos para ser felices, aferrémonos con todas nuestras fuerzas a ellos, y que nada nos borre la sonrisa. 












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