sábado, 3 de agosto de 2019

Un viaje llamado vida

Colecciono momentos. Me empeño en coleccionarlos y atesorarlos en mi memoria, aunque últimamente tengo la extravagante costumbre de escribirlos, de dejar constancia  de ellos en este blog  que habita en el limbo de internet.

¿Por qué razón? La respuesta quizás ni yo misma la sepa... Quizás simplemente sea una manera de no olvidarlos, de hacerlos eternos, de impedir que el inevitable paso del tiempo vaya cercenando los recuerdos hasta hacerlos desvanecer. Aunque, a poco que piense en ello detenidamente, me doy cuenta de que se trata de una necesidad. Necesito escribir sobre lo vivido, sobre lo sentido, sobre aquello que he tenido la suerte o la desgracia de experimentar en propia carne y que me ha estremecido, emocionado, o sencillamente me ha hecho feliz. Necesito trasladar de mi cerebro todos los pensamientos y reflexiones que se agolpan en mi cabeza después de haber sido testigo de uno de esos momentos  y sacarlos de ahí de una manera ordenada, metódica, casi obsesiva. Como si de un  notario se tratase, necesito dar fe de todo lo acontecido... que aquello que me ha pasado quede inmortalizado para siempre a golpe de tecla, por si en el futuro, el tiempo y el olvido hicieran de las suyas...

 Escribo con la íntima satisfacción de quien sabe, que dentro de unos meses, de unos años, volverá a leer sus propias palabras y volverá a revivir las experiencias sobre las que hoy, sin apenas pudor, escribe en este blog. Volveré a leerlas algún día con nostalgia, y quizás también con cierta sorpresa, al observar mi "yo" pasado y ver cómo la vida se habrá encargado de que poco o nada se parezca al que contemple entonces en el espejo de mis pensamientos.

Siempre he creído que la vida no ha de entenderse sino como  un viaje; Un viaje maravilloso a veces, aunque otras muchas se convierta en toda una odisea, en un periplo demasiado arduo, o demasiado triste. A ese viaje dedica Kavafis su poema Ítaca, un poema que me marcó desde que lo leí por primera vez. Con un lenguaje y una belleza incuestionables, Ítaca resume perfectamente todo lo que pienso acerca de este hermoso viaje que es la vida. Un poema al que regreso una y otra vez...

... "Pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias"... 

Como un cincel, el discurrir de la vida va erosionando y moldeando nuestra alma. Dibuja sus trazos en nuestro ser dejando huellas, a veces someras y otras hondas y profundas, aunque siempre imborrables. Unas huellas que nos van cambiando por dentro originando una verdadera metamorfosis aparentemente invisible, pero que se produce de manera continua e imparable hasta el día de nuestra muerte.

Desconfío de las personas que no llegan a experimentar esa metamorfosis, de aquellos que, convertidos ya en adultos o ancianos, continúan siendo iguales que en su infancia o en su juventud, con la misma forma de ser y de pensar...

La vida constituye en sí misma un arduo y constante aprendizaje, y como tal, hemos de procurar aprender de todas sus lecciones y  enseñanzas, y avanzar para intentar siempre ser mejores; Hemos de tratar de soltar el lastre de todo lo mezquino y lo superfluo que encontremos a nuestro paso, y acoger todas las experiencias que se nos brindan, todo aquello que aparentemente no tiene valor y que, por el contrario, constituye el mayor de los tesoros: las personas que se cruzan en nuestro camino, y los momentos irrepetibles que compartimos con ellas, esos que nos colman el corazón, y que definitivamente, hacen que la vida merezca la pena.

En mi viaje, también he descubierto que no sólo los momentos y las personas dejan huella, también lo hacen, sin duda, los libros. Quien ha descubierto el poder de la lectura, su capacidad para cambiar nuestro interior, para ponernos en el lugar de los demás, para conocer al ser humano en todas sus facetas, buenas o malas y para ayudarnos a reconocernos a nosotros mismos en esas mismas facetas... aquellos que lo han conseguido, ya nunca volverán a ser los mismos.

La vida es un viaje y yo, probablemente, haya recorrido ya la mitad del trayecto. Quién sabe qué me deparará el resto del camino, prefiero apartar ese pensamiento de mi horizonte... Hoy, tan solo me conformo con disfrutar de cada parada, de cada día, de cada minuto... Y me conformo, desde luego, con gozar de los pequeños placeres que nos brinda: un abrazo, un beso, la irreemplazable compañía de mi familia y amigos, un buen teatro o una buena lectura,  una conversación amena, un paseo tranquilo, una apetitosa comida,  la música... y, sin duda, con disfrutar de la amistad sincera y reconfortante de esas personas especiales que, a pesar de la distancia y del tiempo, siguen estando ahí, detrás de una pantalla, de un móvil o de un auricular, tan lejos y tan cerca a la vez.

Seguramente sea ese el secreto de la felicidad: gozar intensamente de la existencia sin esperar mucho más, simplemente disfrutando del momento, deleitándonos con él, y en él.

Será por esto por lo que me empeño en coleccionar momentos, y por lo que me esfuerzo en  poner, a través de mi trabajo y de mis actos, mi granito de arena en este mundo tan loco que nos ha tocado vivir. Y será por este afán, por el que últimamente no dejo de sembrar palabras y más palabras, a lo largo y ancho del fecundo universo que me rodea. Será, por lo que no dejo de escribir esta avalancha de palabras que surgen, sin cesar, de lo más profundo de mi alma; de sembrarlas, negro sobre blanco,  para recoger después los más valiosos frutos: el cariño y  la gratitud de tantas personas a las que han logrado conmover. Sin duda, deben ser estas las valiosas riquezas  de las que habla Kavafis en su poema...

Ojalá y mi viaje sea largo, que dure muchos años, y el día que llegue a Ítaca, ya vieja y cansada, al echar la vista atrás pueda afirmar felizmente que el viaje ha merecido la pena. :)











He recorrido ya medio viaje
apenas unos recuerdos me quedan
y un corazón roto y dolorido.
Una nostalgia interior me acompaña,
los ojos del llanto la delatan.
Bajo el purpúreo marchar del sol
acabaré en el bosque del recuerdo.
                           
                                   M. Nieves R.


4 comentarios: