miércoles, 12 de diciembre de 2018

Ordesa

Creo en la magia, pero no en la magia de los magos, que no deja de ser una mera ilusión.
Creo en la magia de los momentos, esos dichosos momentos... minutos, horas, con suerte, que alimentan nuestra anodina existencia y nos colman el alma y el espíritu.

Creo en la magia de las palabras, tan poderosas si se las sabe escuchar... y en la increíble magia de la literatura, la cura indiscutible para muchos de nuestros males.

Creo en esas benditas palabras que consiguen emocionarnos al leerlas, o escucharlas, y en ese hilo invisible de sentimientos y pensamientos que nos unen a la persona que las escribió o que las pronunció.

Creo en las hermosas personas que voy encontrando en mi camino, uno de los regalos más maravillosos que la vida me ha brindado y me sigue brindando.

Y en este credo personal e íntimo que voy construyendo con los años me he tropezado con Ordesa. Este libro me ha regalado otro de esos momentos mágicos e inolvidables. Y también palabras y frases, que me han invitado a la reflexión, y que no he podido dejar de anotar compulsivamente.

"Todo hombre acaba un día u otro enfrentándose a la ingravidez de su paso por el mundo" .

"El pasado nunca se marcha, siempre puede retornar".

"Mi madre sí está, porque yo soy ella".

"No esperes a mañana porque el mañana es de los muertos" .

"¿Puede un hombre convertirse en silencio? Mi padre decidió ser silencio antes de la llegada del silencio".

"La paternidad y la maternidad son las únicas certezas. Siempre darás la vida por tu hijo".

"Vaya mamá, no sabía que te quería tanto".
...

Éstas son sólo algunas, pero copié muchas, muchísimas más, en ese afán mío por apoderarme de las palabras ajenas que tan bien describen lo que yo siento. Qué lectura más dura Ordesa, pero qué profunda y qué bella a la vez . Cuánta nostalgia se encierra en sus páginas, cuánta búsqueda del pasado, cuánta verdad y cuánto amor.

Lo compré, lo leí, lo releí, lo recomendé, lo disfruté, lo lloré... Muchas fueron las frases que anoté y que calaron hondo en mi interior, removiendo sentimientos y recuerdos de mi padre, sobre todo, y del pasado en general , conminándome a tejer y retejer la memoria de lo que fui, de lo que fuimos... y recordándome de nuevo la importancia de nuestros padres, de disfrutar de su presencia mientras están con nosotros, de la necesidad de conocer nuestras raíces, de saber de donde venimos, para así poder saber y entender lo que somos y cómo somos.

Estar allí, en aquella bonita biblioteca que ha acogido en su seno a escritores tan grandes como Manuel Rivas o Almudena Grandes fue, una vez más, especial, muy especial.

No pude evitar emocionarme escuchando las palabras y la voz de ese prestidigitador de la palabra y la poesía que es Manuel Vilas, quien empezó su discurso recordando  a otro Manuel, Rivas esta vez, al que tuve la suerte de ver y escuchar años atrás en ese mismo lugar.

Y cómo disfruté viéndome a mí misma rodeada de gente a la que aprecio, compartiendo ese momento con la lectora más longeva de mi biblioteca,  la primera que leyó Ordesa cuando lo compramos y quien, a pesar de los pesares, no se quiso perder la oportunidad de disfrutar de este encuentro.

Y qué bonito también reencontrarme allí con la persona que llevo viendo 14 años en una consulta de hospital y que ha escudriñado varias veces ya mis vísceras. Por fin nos vimos fuera, en la vida real, donde no éramos médica y paciente sino dos lectoras más que confluyen en un mismo lugar.

Y qué regalo volver a ver de nuevo a mi querida Concha a la que me unen amistad, admiración, cariño y amor a la literatura, y poder compartir con ella otro momento precioso de literatura, sí, y de vida, también.

La vida está hecha de momentos, unos alegres, otros tristes, unos memorables, otros que no lo son tanto... Éste, sin duda, fue de los especiales, de los que procuro atesorar y guardar para siempre en mi memoria.

Ando con el corazón encogido desde ese día, de pura emoción, de inmensa pena por el  recuerdo de mi padre que aflora ahora con más intensidad, pero también, de gran alegría y felicidad, y como no... de gratitud.


Gracias a la vida
que me ha dado tanto
...





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