martes, 9 de abril de 2019

Hasta siempre, Maribel



Se nos fue, se nos marchó otra grande de Munera, otra amiga muy querida por todos nosotros. Maribel Sánchez, la "Lectora más longeva" de nuestra biblioteca, nombrada con este título en abril de 2016 en el acto homenaje del 50 aniversario de la Biblioteca Cervantes. Orgullosa y feliz recibía este galardón. Un reconocimiento merecido, sin duda, por ser la lectora de mayor edad de la biblioteca municipal, y por haber hecho uso ininterrumpido de la misma a lo largo de toda su vida.

Sobra decir que la lectura fue para Maribel una de sus grandes pasiones. "Pienso hacer honor al mismo y seguir leyendo" afirmaba con total convicción el día en que recibió este título del que se vanagloriaba siempre que podía, "es el único título que tengo" afirmaba con ilusión. Y desde luego que le hizo honor siempre, porque los libros, la lectura, no dejaron de acompañarle durante toda su vida, hasta apenas unas horas antes del final de la misma. Leyó de manera insaciable, disfrutando del placer de la lectura como pocas personas he conocido, hasta el punto de que sus hijos acudían a la biblioteca a por libros para su madre, y era complicado, muy complicado encontrar libros que no hubiese devorado ya... Y esto, a pesar de que tenía en su casa una enorme biblioteca  que ampliaba año tras año con los numerosos libros que compraba o le regalaban.

Ella misma contaba que con 12 o 13 años comenzó a leer los Episodios Nacionales de Galdós, toda una declaración de intenciones de una jovencita que ya apuntaba maneras como lectora, y que acabó leyendo prácticamente cualquier título que llegaba a sus manos; Aunque Maribel sentía cierta predilección por los libros sobre la Guerra Civil. Este tema,  la desbordaba, "¿Cómo es posible que los hombres hayan sido capaces de cometer las mayores heroicidades y a la vez las peores atrocidades?" decía. Sus últimos días, cuando ya le flaqueaban las fuerzas, les confiaba a los médicos que la visitaban en su casa su pena por no poder acabar el libro que tenía a medias..." Que  te lo lean tus hijas", le dijeron, pero Maribel, a pesar de todo, siguió con la lectura y logró terminar su último libro. 

Bien decía Cervantes, "el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho". Ella puso en práctica esta frase del genial escritor durante toda su existencia... Vivió una vida intensa y plena, y bien podría haber escrito un libro con todas sus vivencias. Le encantaba viajar, y lo hizo, aunque no tanto como hubiese querido.


Vivió en Guinea Ecuatorial durante varios años, país al que se trasladó recién casada con su marido, a una plantación de café donde éste trabajaba desde muy joven. Allí, nacieron dos de sus hijas, y allí vivió Maribel, como ella decía, una de las épocas más bonitas de su vida. La propia Maribel nos contaba su experiencia en aquel rincón africano en el Club de Lectura tras leer Palmeras en la nieve. Nos recordaba entonces su estancia en aquel país, relatándonos divertidas anécdotas y enseñándonos  fotografías,  con ese brillo  en la mirada que adquieren algunas personas al hablar de los lugares amados. 


Pero además, gracias a la literatura, gracias a todos los libros que leyó a lo largo de sus 87 años, vivió, como bien decía Cervantes, mil vidas más. 
No le dejaron estudiar, aunque a ella le hubiese gustado mucho hacerlo. Quizás por eso quiso suplir esa falta con la lectura, para conocer y descubrir todo aquello que no estudió. Y lo consiguió, pues llegó a ser Maribel una mujer de la que aprender siempre, de su infinita sabiduría, de su experiencia, de sus vivencias, de su pensamiento y de su sentido crítico, de su forma de vivir... Nos dio a todos una lección de cómo afrontar la vida, y la muerte. Murió como vivió, como quiso, decidiendo por ella misma, sin miedo, con valentía. 

 Esa valentía le llevó a ser una de las primeras concejalas de nuestro municipio, ocupando en la década de los 80 la Concejalía de Asistencia Social del Ayuntamiento de Munera. Se encargaba de tramitar ayudas y pagas a personas de nuestro pueblo que por distintas razones las necesitaban. Durante años, muchas de ellas, siguieron agradeciéndole su encomiable labor.

 Además  de ser ama de casa, madre, abuela, esposa... nunca dejó de lado sus inquietudes culturales e intelectuales. Presumía orgullosa Maribel de su título de Lectora más longeva, y presumía también de haber asistido a todas las ediciones de nuestro Pórtico Literario, (50 nada más y nada menos), algo que dice mucho de su interés por la cultura y por las letras.

Como buena lectora, también se aventuró a escribir, lo que no se le daba nada mal, llegando a firmar textos en varias ocasiones en nuestra revista local Ecos. A través de aquellos artículos que escribió allá por los años 80, nos mostraba abiertamente su calidad moral, su gran sentido del humor y su habilidad  a la hora de transmitir con palabras sus opiniones y sentimientos.

Fue Maribel Sánchez todo un ejemplo, de mujer valiente y fuerte, práctica, adelantada a su tiempo, coherente con sus ideas... Una mujer con carácter, eso sí, pero también  sabedora de la verdadera naturaleza de las cosas, de lo realmente importante, capaz de relativizar los problemas y de adoptar una actitud positiva ante la vida.

Amiga de sus amigos, sabía bien como cuidar y mimar a sus amistades. Disfrutaba de la compañía de su familia, de sus hijos, y de sus cuatro nietos a los que procuró inculcar valores y animaba a viajar, algo que consideraba esencial para su crecimiento personal.


Fue Maribel para mí un espejo donde mirarse, una mujer admirable en todos los sentidos. Hay personas que dejan una huella imborrable, en nosotros, Maribel fue, sin duda, una de ellas. Siempre la recordaré con su paso tranquilo, su sincera sonrisa y sus ojos soñadores que adquirían un brillo especial cuando comentábamos algún libro o  alguna lectura.

Me emocionó que quisiera venir a escuchar a Manuel Vilas con el Club de Lectura a la Biblioteca de El Ballestero estando ya enferma, ella, que fue la primera lectora que leyó Ordesa cuando lo compramos.

Y me ha vuelto a emocionar profundamente ser la destinataria de uno de sus libros, uno de los muchos que poseía y que tanto amaba, y que sus hijos han decidido regalarme, "a nuestra madre le hubiera gustado",  me dijeron... Guardaré este regalo como un verdadero tesoro, en mi biblioteca, y sobre todo, en mi corazón.  Aunque,  el verdadero regalo es, sin duda, haber conocido a esta extraordinaria e irrepetible mujer. D. E. P.